Escribir es una de las partes más importantes y también más tediosas del proceso de investigación, no nos engañemos. Es aburrido, ¡qué le vamos a hacer! Se trata de ponerte frente a la pantalla, colocar las manos sobre el teclado, y convertir las ideas en palabras y frases con sentido para el lector. Es aburrido, y costoso. ¡Qué levante la mano quien haya sentido alguna vez la frustración odiosa de la pagina en blanco! Comienzas engañándote, escribiendo el titulo y quizás tu nombre y no hay manera de seguir. O el atasco ante un párrafo largo y enrevesado del que no sabes salir. Además, no produce una retribución directa. Eres tú y el ordenador –dejémonos de idealizaciones románticas y poco realistas-, y éste no te da palmaditas en la espalda ni te anima a seguir escribiendo. Como mucho, te grita cuando dejas de teclear (escritura para masoquistas nivel 1). Punto uno aclarado.
Punto dos. Escribir es importante. Mucho. Lo más. En la universidad neoliberal si no publicas no eres nadie. Y ya me dirás como vas a publicar algo si no escribes. Así que la importancia “utilitaria” de la escritura está económicamente clara. Pero es que aún hay más. Y ahora sí me vais a permitir que me meta en un jardín, asi que me podéis llamar romántica –sin remedio- y cualquier otra lindeza que se os ocurra. Creo –sí, de tener fe, de I strongly believe (pero cantado a lo Cher, este no es un juego para niños imberbes)– que sin la escritura la investigación no está completa. Y no lo está a dos niveles:
Primero: Porque la escritura supone un elemento esencial de la difusión de resultados y de la comunicación académica en general. Y la investigación –especialmente en Ciencias Sociales- no es nada sin diálogo ni conversación. [Esta es una idea que me encanta y constituye uno de los pilares fundamentales de mi concepción investigadora. Si tienen interés en que la desarrolle más en otro post, hagánmelo saber en los comentarios]. A través de la escritura entablamos conversación con otros que ya han hablado sobre el tema y con el futuro lector (ese ente abstracto al que dedicamos todo nuestro trabajo) que será –no seamos tampoco aquí ilusos- el revisor de turno (llámese director de tesis, coordinador de un grupo de trabajo, editor o peer reviewer) primero, y el interesado en el tema que llegue a nuestra pieza por casualidad –sacrosantos motores de búsqueda mediante- después. Nuestra investigación no tiene ningún sentido si no es difundida, si no hay receptor al otro lado de la línea.
Y segundo: Porque la escritura supone a menudo la culminación de nuestros análisis. En las Ciencias Sociales (imagino que ocurrirá también en las Humanidades, pero me ceñiré a lo que conozco) la palabra es la unidad de información que modela y estructura nuestras investigaciones. Incluso cuando estamos realizando análisis cuantitativos describimos nuestras variables con palabras. Y la labor última de síntesis analítica se desarrolla, de manera inevitable, a través de la escritura. Al transformar las ideas en oraciones gramaticalmente coherentes reorganizamos y reconectamos ideas, datos y resultados, esto es, finalizamos (o mejor dicho, damos por finalizado) nuestro análisis.
Hasta aquí todo claro: escribir es importante, aunque eso no haga que deje de ser un rollo. Es más, en ocasiones –a pesar de su importancia- lo que ocurre es que lo vamos dejando y se nos hace una montaña… Escribes cuando se acerca el deadline, y poco mas.
Bueno, pues el AcWriMo (Academic Writing Month) intenta suponer un cambio en esa dinámica. No sé muy bien como empezó aunque sé que los principales impulsores están tras el blog PhD2Published y que yo llegué a él hace ya algunos años, en plena vorágine doctoral, a través del –para mí- blog de cabecera The Thesis Whisperer. Se trata de un reto global de escritura academica durante el mes de noviembre (porque en teoría creo que es uno de los meses en los que habría menos presión de otro tipo de tareas). Uno de los puntos fuertes del AcWriMo es que cada uno es libre de establecer su reto personal, ya sea cualitativa o cuantitativamente: “Voy a acabar tal articulo o cual capitulo de la tesis”, o “voy a escribir 2000 palabras todos los días”, o “40.000 palabras en el mes de Noviembre”. Lo que sea, tú decides. Revisas tus pendientes, tus horarios, y te retas. ¡Ah! Y el otro, es que lo haces público y haces un seguimiento –tambien público- a tus progresos, ya sea uniéndote a alguna de las spreadsheet que hay en la red o en tu departamento, o cansineando a tus seguidores en las redes sociales –que es la opción por la que voy a optar yo este año. Lo bueno de mantener la conversación abierta en RRSS es que es fácil encontrar apoyo y motivación en fellows que all around the world se han unido al acwrimo, así como algo de sentimiento de culpa cada vez que abras el twitter y te topes con el hastag… Deberías estar escribiendo, y lo sabes.
¿Y después del AcWriMo que? Bueno, pues siendo optimistas, quizás se te haya quedado el habito de escribir todos los días un par de horitas –o quince minutos-. A este respecto, yo con recordar escribir un post a la semana me conformo. Y siendo pesimistas, si has llegado a la meta al menos habrás conseguido un primer borrador del paper que propusiste ¡qué no es poco! Recuerda que para poder empezar a editarlo, ¡hay que haberlo escrito antes!
Por cierto, mi(s) objetivo(s) en el #AcWriMo 2016 son: escribir un artículo en inglés subproducto de la tesis doctoral (7.500 palabras, borrador); escribir unas 5.000 palabras de entradas para el blog (5 post al menos) ya sean publicados inmediatamente o guardados para el futuro; y un primer draft estructural (2.5000 -3.000 palabras) de una comunicación que debo entregar en febrero. Mucha tela para solo 30 días (me sale una media de 500 palabras al día, pero ya sabemos que no todos los días funcionamos igual…), pero este año estoy decidida a conseguirlo. Iré contando en twitter como lo llevo… Animaos y ¡buena escritura!